4. PAGINA 2. El camino ha sido repetido.




Les contamos que Su Ta Gar sacaría su segundo disco en unos días y que lo queríamos comprar pero que no sabíamos dónde hacerlo. Alguno se ofreció a comprarlo por nosotros si le dábamos el dinero pero declinamos la oferta directamente. No es que nos expusiéramos a no tener el disco nunca, es que según le hubiésemos dado la pasta la hubiésemos perdido para siempre. Así era nuestro barrio y así o bastante peores eran todos los barrios del mundo por aquella época. Al final lo que hicieron fue explicarnos que en Amorebieta había una tienda de discos y en autostop era fácil porque estaba a cinco kilómetros.

Así comenzamos a perfilar nuestro particular plan maestro. Haríamos autostop, iríamos a la tienda y compraríamos la cinta el mismo día de su lanzamiento. La cinta por razones obvias, era más barata. Y el día de su lanzamiento porque la queríamos ese día y en nuestra cabeza ese día iba a estar en la tienda. Pensamos poco en el dinero, eso sí. Nos hicimos a la idea de que con unas 1500 pesetas nos iba a valer. La cuestión era que nuestra colecta se acercaba pero no alcanzaba la cifra. La aportación fue más o menos así: mejor amigo uno 120 ptas, mejor amigo dos 75 pesetas, mejor amigo tres 150 pesetas y yo, 1000. 1345 pesetas. Costaba, o eso marcamos, 1500 pesetas. No vimos ningún problema porque nuestra sesuda disertación dio como resultado que, quizá, costase menos de lo que nos habíamos marcado sin tener idea alguna de cuanto podria costar.

A plena luz del día, con nuestras pantalonetas de colores imposibles, nuestras primeras y variopintas camisetas de grupos y muertos de vergüenza nos pusimos a hacer dedo. También en eso éramos los putos amos. Nos paraban con dos sitios y declinábamos la oferta para poder ir todos juntos. No queríamos que nos viese nadie porque algunos tenían miedo de que en casa se enterasen de que estábamos haciendo autostop pero tampoco se nos ocurría que ir de dos en dos podía ser lo más rápido.

Una vez en nuestro destino no tardamos en encontrar la tienda porque definitivamente en los pueblos es más fácil encontrar las cosas y no teníamos ningún miedo a que nos atracasen o algo por el estilo.

Purple Diskoak. Calle Txiki Otaegi. Cerca de la calle Gudari y las vías del tren. Uno de los lugares con los que más he seguido soñando durante todos estos años y aún sigo haciéndolo pese a que la cerrasen para 1993. Para que os hagáis una idea, en una ocasión soñé que Alice In Chains ofrecían su acústico de la MTV en la Jam de Bergara y que a mí nadie me había dicho nada hasta el último momento. Recuerdo que en el sueño no tenía modo de transporte así que fui robando bicicletas y patinetes hasta que me planté en la puerta de la Jam. Pero no había entradas y mis contactos, para cuando soñé ésto ya escribía desde hacía años, no me servían para entrar. En el sueño lloraba de lo lindo y no paraba de decirme a mí mismo que tenía que buscar una solución. Al final corría de nuevo hacia casa a buscar la solución en Purple Diskoak. Porque allí, siempre me dieron una. Y una vez dentro de la tienda, me desperté. Con desasosiego porque me había perdido el unplugged de Alice In Chains en la Jam y con felicidad porque había vuelto a entrar en Purple. Cosas de los sueños. Por cierto, al de pocas semanas Layne Staley fue encontrado muerto en su apartamento. Pablo Cabeza, sabedor de mi amor por Alice In Chains y Layne, me ofreció escribir la necrológica además de un repaso a la discografía. Yo, sin estar especialmente afectado, o eso pensaba, me negué a hacerlo porque temía pasarlo mal durante el proceso. Pablo lo entendió pero en alguna ocasión me pidió el favor de hacerle necrológicas cuando a él le parecían dolorosas.

2


Comentarios